Los cambios de temperatura y la humedad no son buenos amigos de los perfumes, por lo que el baño no es el mejor lugar para conservarlos. Lo ideal es almacenarlos en un lugar fresco y seguro, como un armario o una cómoda en una habitación alejada de la luz directa y el calor.

Bajo un mantenimiento adecuado, la vida útil de un perfume suele oscilar entre los dos o tres años. Pasado este tiempo, comienzan a perder sus características originales, su fragancia se debilita y se produce un proceso de oxidación que altera su aroma.

Si notas un cambio en el color, la textura o un aroma diferente al original, es posible que el perfume haya comenzado a deteriorarse. Un olor avinagrado o más alcohólico de lo normal también es señal de que ha caducado.

La fijación de la fragancia en la piel depende de varios factores, como la calidad de los ingredientes utilizados y la concentración de los mismos. Algunos perfumes contienen fijadores naturales o sintéticos para prolongar su duración.

Sí, el tipo de piel influye considerablemente en la duración del perfume. En pieles morenas, las fragancias orientales suelen durar más tiempo; en pieles claras, los aromas florales tienden a perdurar mejor; mientras que en pieles muy claras, las notas verdes se desvanecen más rápido. Además, en pieles secas el perfume se absorbe más rápidamente que en las pieles grasas.

No es necesario agitar un perfume antes de usarlo, ya que su fórmula está diseñada para mantenerse estable. Agitarlo puede provocar la entrada de aire y acelerar el proceso de oxidación.

Sí, guardar los perfumes en su caja original ayuda a protegerlos de la luz y los cambios de temperatura, prolongando así su duración y conservando sus propiedades intactas.

Algunos perfumes con altas concentraciones de aceites esenciales o ingredientes colorantes pueden dejar manchas en la ropa clara. Se recomienda aplicarlos sobre la piel y esperar unos segundos antes de vestirse.